Es el minuto en que pienso en ti.
Es el minuto en que no estás conmigo.
Es el minuto en que me perdí por tratar de encontrar mi pasión contigo.
Rogando que aún fueras alguien a mi lado, inventando en terceros lo que amaba en nosotros, intentando en silencio recrear el pasado.
Pero la vida es el minuto que no regresa, el minuto que no interesa y el minuto en que debo olvidar, el minuto en que me has olvidado... el minuto en el que la desgracia logró arrancarme feroz de tu lado.
Nuestra vida fue el minuto desperdiciado, es el poema jamás recitado, la canción sin notas ni sonido, la creación que el mundo ha destruido.
La vida es tan corta que comenzó en mi, cuando ya tú habías terminado, me ilumino con la luz de quien se ha apagado, aún juega y respira con el aliento de un desahuciado y revive en la historia de alguien recién creado.
La vida es el minuto que me arrojó a la distancia; un minuto en que tu vida quedo en pausa y en la sombra tan fría de mi nostalgia, el minuto infeliz en que nada hizo eco a mi plegaria.
La vida es...
cuando ya no somos,
y viaja con el tiempo como aliados profundos,
conquistando un minuto de la historia perdida
de la que fue prohibida, causante de mi herida, intempestiva huida cómplice de tu inerte despedida.