Lo que sé del amor, fue por el odio
inminente maestro en cada historia,
gozando en descarados episodios
tatuando intencional a la memoria.
Haciendo entre piruetas un destino
obligando a la calma en la derrota,
sin prisa por las grietas del camino
dejando como pistas simples notas.
Un amor se marcho con el roció
otro al destello suave del ocaso,
llenando con murmullos el vacío
tras el afan que apremiaba a su paso.
Lo que sé del dolor fue coincidencia
del mal habito aunado a la confianza,
vulnerable a la pícara influencia
hiriendo a los deseos, de infiel ausencia.
Jocosa es la ironía de cada historia
cuando el amor y el odio son tan amigos,
atragantando al ser de anhelo y gloria
con tantos sentimientos de testigos.
Lo que sé del amor es cuál parodia
de insensatez tras devociones vanas
con certeza el odiar es imprudente
confundiendo al amar con simples ganas.